lunes, 17 de marzo de 2008

La tarde mágica de Martin

Ese domingo de marzo no era un día cualquiera. Martin se despertó muy temprano y corrió al cuarto de sus padres. ¡Papá, mamá, levántense!, no se olviden que hoy iremos al Los Espejos de Agua, dijo muy contento. Martin llamaba Los Espejos de Agua al Parque de la Reserva, que como cualquier niño, nombraba a las cosas según lo que le parecían. Dicho parque cuenta con El Circuito Mágico del Agua, obra realizada por el alcalde Castañeda Lossio a través de la Municipalidad de Lima, que contiene 13 piletas interactivas con luz, música e imágenes.

Martin estaba muy contento porque sus padres le prometieron llevarlo a ver esas fuentes si es que sacaba buenas notas en el colegio, lo que así fue. Durante el día, él ayudo a su mamá en los quehaceres del hogar: lavar los platos, barrer la sala, sacudir el polvo de las ventanas. Al caer la tarde, Martin se encontraba descansando en uno de los sillones, cuando su papá se le acerca y le dice: Hijo, ya vámonos al parque, que lo prometido es deuda.

Al ingresar al lugar, Martin se quedó asombrado porque el parque era inmenso y había gran cantidad de fuentes. ¡Mami, mira ese chorro de agua!, dijo él al mirar a La Fuente de la Ilusión. Luego siguieron caminando y llegaron a La Fuente de la Fantasía, la cual era bien grande. Hijito, ponte al lado de tu padre para tomarte una foto, dijo su mamá cogiendo su celular con cámara. Al costado de esa pileta estaba La Fuente de Los Niños, la cual emitía luces de colores y era una de las más concurridas.

El niño caminaba de la mano de sus padres, muy contento de ver tantas fuentes de colores. Pero cuando él vió La Fuente Mágica se quedó paralizado, porque de dicha pileta salía un chorro de agua de 80 metros de alto. Asu, dijo Martin y comenzo a saltar alrededor de la fuente, mientras lo veían sus padres muy contentos. ¡Hijo, te esta salpicando mucha agua, ven por aqui, no te vayas a resfriar!, gritó preocupada su mamá.

Algunas personas trataban de tomarse fotos muy cerca a las piletas y los de seguridad les pedían retirarse. El papá de Martin compró algodones de azúcar y caminaron hacía la siguiente pileta, la cual se llamaba Fuente Río de los Deseos, y como su nombre lo dice, era un río que atravesaba un pequeño puente, al costado de unas cabañas.

Hijo te divertiste, le dijo su papá a Martin cargándolo en sus brazos. ¡Si papá, me divertí bastante!, respondió él, cuando llegaron a la puerta de salida. Una vez en el micro de regreso a casa, Martin comenzó a ver las fotos que su mamá tomó en el parque, y se reía recordando aquellos momentos felices, que los contaría a sus amigos del salón cuando retornara a clases.


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